El pasado 27 de julio, la compañía teatral Sindrama Teatro representó esta obra del novelista A.R.Gurney en el Patio del Carmen donde Melissa y Andy expusieron su amor ante el público a través de las epístolas que se mandaban.
El gran trabajo llevado a cabo para la realización de esta obra y que le ha merecido varios premios como el Premio a la Mejor Representación en el Certamen de Teatro por la Igualdad Mariana Pineda (Granada 2012) y el Premio a la Mejor Interpretación Femenina (Ana Ibáñez) en la Muestra de Teatro del Altiplano de Granada (Villa de Castril 2012) muestra al espectador una relación de amor y desamor entre sus protagonistas, el a veces ingenuo Andy, magníficamente interpretado por Ángel Cuevas, y la siempre presumida Melissa, quién encarna de forma espléndida Ana Ibáñez. Una historia contada a través de las innumerables cartas que se envían el uno a la otra y viceversa donde se vislumbra poco a poco el surgir del primer amor y el posterior desencanto, momentos divertidos, momentos tristes, y mil peripecias que transcurren a través del olvidado uso de las cartas. Una historia, que aún escrita en los años ochenta, bien puede ser una crítica a la frialdad de los mensajes a través de redes sociales y ausencia de sentimientos que se resumen en muchos casos en unos pocas palabras mal escritas que existe hoy en día, en una era llamada, irónicamente, de la comunicación.
SOBRE LA COMPAÑÍA
Sindrama Teatro nace en 2009. Un grupo de actores, que habían coincidido como compañeros en diversos proyectos teatrales y audiovisuales, comienza con varios espectáculos de creación propia como “Palabras de marzo” y “Entre cajas”.
Sus siguientes montajes surgen a partir de traducciones y adaptaciones propias de varias obras de la literatura contemporánea.
El trabajo de Sindrama Teatro incide en el texto y en la interpretación actoral, un teatro que conecta con el público sin necesidad de mayores artificios externos.
SOBRE LA OBRA DE TEATRO
Desde el momento de su estreno, a finales de los años ochenta, “CARTAS DE AMOR” se convirtió en un clásico inmediato, además de obtener una nominación al Premio Pulitzer y ser traducida y representada en los cinco continentes. Elisabeth Taylor, Charlton Heston, William Hurt, Kathleen Turner, Chistopher Walken Sigourney Weaver, Alain Delón, Anoux Aimée, Alberto Closas y Analía Gadé, son parte de la deslumbrante lista de intérpretes que han querido leer al público estas cartas.
Cambian las formas, pero el fondo siempre permanece. Hubo un tiempo en que el correo no era electrónico. Hubo un tiempo en que los amantes dedicaban hojas y hojas a decir lo que ahora se resume en TQM,bs. Un tiempo en que toda una historia de amor, desde su tímido o espléndido inicio hasta su perfecto o imperfecto final, podía ser conocida a través de las cartas de los enamorados. Cuando A.R. Gurney escribió “CARTAS DE AMOR”, vaticinó que el amor epistolar era –como dice uno de los personajes– “un arte moribundo”. Hoy nos amamos por email, nos amamos por teléfono fijo y móvil, por videoconferencia, por sms y, afortunadamente, aún nos amamos cara a cara. La inmediatez de las comunicaciones ha hecho obsoleta la comunicación postal para un interlocutor ansioso, apresurado e impaciente como siempre será el amante. Por eso, a las evidentes virtudes de “CARTAS DE AMOR”, se une, en el siglo XXI, la de ser reflejo de una costumbre que rápidamente –demasiado rápido quizá– ha quedado en el pasado. Puede que contemos entre nuestro público con contemporáneos de nuestros personajes, nacidos en los años treinta, que sin duda se verán reflejados en los sentimientos, en las angustias y en el goce de Melissa y Andy, pero es seguro –y esto es una apuesta ganada– que los adolescentes del patio de butacas van a ver reproducidos, en los ajados papeles que se leen en nuestra obra, la entrega, la rabia, el anhelo, la desesperanza, la ilusión, la risa y la lágrima que ellos mismos han vertido en sus emails, sus sms y sus entradas de facebook o twitter. Y es que no se deja de ser Melissa, no se deja de ser Andy, porque nunca se haya puesto un sello de correos en la esquina superior derecha de un sobre que contiene un corazón en carne viva.
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