La presentación del libro “El último amor del Gran Capitán” del autor granadino Antonio Luis Callejón Peláez protagonizó estos actos en los que también se expuso un esbozo de la vida del Conde de Tendillas y una Ruta sobre estos personajes históricos y su relación con Alhama.
Organizado por el Excmo Ayuntamiento de Alhama de Granada y el Patronato de Estudios Alhameños, los pasados 29 y 30 de enero se realizaban en el Salón de Actos del Ayuntamiento de Alhama de Granada los actos con motivo del V centenario de las muertes del Conde de Tendilla y de Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán.
Sobre las ocho de la tarde, Jesús Ubiña, Alcalde de Alhama, abrió el turno de intervenciones dando la bienvenida a los presentes y cediendo la palabra en primer lugar al Concejal de Cultura, Ángel Muñoz. Muñoz destacó en su discurso muy especialmente el agradecimiento al autor de la obra “por estar hoy aquí con nosotros” y recordó que “ las circunstancias varias han propiciado que esta noche podamos realizar estos actos conmemorativos de estos personajes tan insignes que tan relacionados han estado con nuestro municipio”.
Los actos programados dieron comienzo con un breve esbozo de la vida del Conde de Tendilla, a cargo de Andrés García Maldonado, Presidente del Patronato de Estudios Alhameños. La exposición de este breve esbozo comenzó por el nombramiento de éste como alcaide de Alhama en 1483, pasando por sus diferentes vicisitudes sufridas durante su mandato, como la construcción del lienzo de muralla cuando una parte de la muralla se vino abajo o la atribuida utilización por primera vez en la península del papel moneda con el que pagó a sus soldados. García Maldonado también destacó la humanidad de este noble “tanto con sus soldados como con sus enemigos” que sin duda le valió su fama, respeto y admiración. Considerado como uno de los personajes clave en la Guerra de Granada, el Conde de Tendilla moría a los 62 años de edad un 20 de julio de 1515”un personaje singular, de una gran significancia para Alhama.
Callejón Peláez comenzó su presentación del libro El último amor del Gran Capitán agradeciendo al Ayuntamiento la invitación, y acto seguido recordó que su tesis doctoral fue la que le acercó a la figura de este personaje y le inspiró para escribir esta novela histórica que cuenta la vida del Gran Capitán desde la perspectiva de su esposa, María Manrique, que luchó tras la muerte de éste por recuperar su prestigio, perdido tras caer en desgracia y ser relegado por el Rey Fernando a ser alcaide de Loja.
Callejón recordó que, si bien el Gran Capitán tuvo un papel importante en la Guerra de Granada, dónde más destacó fue en la guerra contra los franceses llevadas a cabo en Nápoles, donde llegó a ser virrey y donde recibió el apodo de Gran Capitán de sus tropas, que lo consideraban un gran estratega, logrando la victoria en numerosas batallas donde la inferioridad numérica era evidente frente a las tropas francesas.
Para terminar, Callejón, quiso leer al público la muerte del Gran Capitán, siempre desde la perspectiva de su esposa “apenas una hora después el criado me mandó llamar. Mi esposo había recobrado algo de conciencia y pedía insistentemente verme a solas. Enseguida entré en la habitación. Seguía tumbado en la cama, pero había pedido que lo incorporaran un poco para poder hablarme cara a cara. Me senté a su lado. Volvía a tener esa mirada límpida de la que me enamoré hace más de treinta años. Me sonrío e intentó acariciarme una la mejilla, pero ya no tenía fuerzas ni para levantar el brazo. Reaccioné inmediatamente y fui yo quién le tomó la mano. Con el poco aliento que le quedaba, me confesó que no había día el que no se arrepintiera de haber traicionado a su amigo Boabdil, por obedecer las órdenes de un rey que luego había demostrado ni tan siquiera apreciarle. También me rogó que continuara cuidando de Elvira como lo había hecho siempre. Mientras una lagrima le caía por el rostro, se excusó por los largos años en que no había podido estar pendiente de mí y de las niñas. Le dije que no tenía que pedir perdón por nada que hubiera hecho o dejado de hacer en toda su vida y me acerqué para darle un beso en los labios. Después me quedé a su lado y viendo cómo, incluso hasta en el mismo final, seguía comportándose como el Gran Capitán. Así permanecí junto a él hasta que todo acabó. Al rayar el alba, Gonzalo Fernández de Córdoba murió apretando los dientes y con los puños cerrados. Corría el 2 de diciembre del año de nuestro señor de 1515”.
Para finalizar, Callejón respondió a las dudas y preguntas del público y a continuación realizó una firma de ejemplares.
Al día siguiente, Silverio Gálvez, era el encargado de guiar la Ruta histórica en Honor del Conde de Tendila y el Gran Capitán que recorrió algunos de los puntos claves del casco histórico, como el lienzo de muralla que aún se conserva, acompañada de apuntes históricos sobre la Alhama en la que vivieron estos personajes. Durante la ruta, Gálvez ilustró la ruta con numerosos grabados de la época y ofreció a los participantes la declamación del ya conocido ¡Ay, de mi Alhama!